miércoles, 14 de julio de 2010

Promesas Bajo las Estrellas (4)

-Te has quedado muda.

Danna que le miraba en silencio se acercó a él, le besó de forma fugaz pero dulce y dijo:

-Me tengo que ir.

En su cara aun estaba marcado el color rojo que había aparecido por el beso que le había dado.

-Deja que te acompañe.

-No es necesario.

-Está bien, yo me quedaré un rato más.

Danna se quedó unos instantes mirándole, suspiró y comenzó a andar hasta que desapareció entre la espesa flora. Casi era la hora de comer y su madre era estricta con los horarios de las comidas. De camino se encontró con Isabella.

-Issi, ¿qué haces aquí?

-Vengo del supermercado, que mi madre me ha mandado que comprar unas cosas, –dijo con resignación, -¿Qué haces tú por aquí?

-Esta mañana vino André a hablar conmigo y hemos ido a dar una vuelta, -dijo sonriendo, -ahora me voy a casa, es la hora de comer y ya sabes como es mi madre con los horarios…

-Sí, muy estricta. Me voy, no quiero entretenerte más.

-Yo también me voy.

Con esto Danna se dio la vuelta y comenzó a andar hasta que dobló la esquina de la calle, entonces Isabella se fue hacia casa pensando en silencio que no debía contarle nada a Anne sobre lo sucedido entre Danna y André. Se dejó llevar tanto por sus pensamientos que no se dio cuenta de que un chico que iba montado en un monopatín venía directo hacia ella a gran velocidad.

-¡Chica, apártate!

Cuando Isabella reaccionó era demasiado tarde ya no le daba tiempo a apartarse y se chocaron estrepitosamente. El monopatín salió disparado por los aires, las bolsas de la compra se quedaron desperdigadas por el suelo y el chico se cayó encima de Isabella consiguiendo frenar el golpe poniendo las manos en el suelo. Estaban tan cerca que Isabella notaba su respiración. Sus ojos estaban clavados en los del chico, los cuales eran negros y misteriosos. Su piel de un suave dorado rozaba la suya. Se sentía incomoda y avergonzada.

-¿Te importaría quitarte de encima? -preguntó Isabella acabando con la incomodidad de la situación.

-Oh, perdona, -dijo levantándose, -te ayudaré a recoger todo esto -dijo dándola la mano para ayudarla a levantarse.

Isabella miró a su alrededor y se dio cuenta de que todas las bolsas estaban tiradas por el suelo, suspiró y se levantó con ayuda de él.

-Vale.

Cuando terminaron de recogerlo todo comenzaron a conversar.

-¿Cómo te llamas?

-Isabella, ¿y tú?

-Pluma rebelde –dijo de forma orgullosa.

Isabella comenzó a reírse.

- Oh, ¿enserio? -preguntó de forma irónica.

-No, me llamo Allan -dijo entre carcajadas.

Ahora que ya no estaban en el suelo, pudo fijarse bien en él. Llevaba puesta una gorra pero se podía apreciar el color negro brillante de su pelo el cual tenía algo largo. Las facciones de su cara eran suaves y resaltaba la belleza de su rostro. Sus ojos eran bastante grandes, negros y misteriosos y además destacaban bastante sobre el color dorado claro de su piel. Sus labios se veían suaves y eran de un color rosado pálido bastante bonito.

Isabella salió de su ensoñación cuando Allan dijo:

-¿Isabella?

-Disculpa, me he puesto a pensar en mis cosas y se me ha ido el santo al cielo.

-La verdad es que te has quedado asombrada de lo guapo que soy -dijo alardeando mientras ponía cara de interesante.

-Ya te gustaría… sigue soñando –dijo Isabella intentando aparentar desinterés.Allan sonrió.

-Me gustan las chicas con carácter, –dijo guiñándole un ojo, -te ayudo a llevar la compra a casa.

Allan cayó en la cuenta de que no había recogido el monopatín del suelo, estaba a unos metros de ellos así que fue a recogerlo y ayudó a Isabella a llevar las bolsas. Isabella le miraba en silencio y pensaba que Allan era un chico bastante curioso.

Cuando llegaron a la casa de Isabella Allan se despidió y fue a darle dos besos. Isabella que no sabía porque lado iba a darle el primer beso empezó a titubear y al no ponerse de acuerdo acabaron chocando sus cabezas.

-Disculpa, -dijo Isabella enrojeciendo de la vergüenza, -soy muy patosa.

Allá sonrió y se acercó hacia ella de forma peligrosa e intimidante. Él miraba su boca fijamente de lo cual ella se estaba dando cuenta, pensaba que en cualquier momento podría besarla. Cuando su boca empezó ha acercarse poco a poco hacia la de ella, el corazón de Isabella comenzó a acelerarse, sintiendo una atracción difícil de controlar. Sus labios estaban casi rozándose cuando Allan le dio un beso en cada mejilla de forma dulce y le susurro al oído.

-Te dejo con ganas de más.

Isabella sentía que el corazón se le salía del pecho y se preguntaba qué quería decir Allan con eso. Mientras tanto él se alejaba montado en su monopatín. Cuando Allan desapareció a lo largo de la calle ella entró en casa.

-¡Mamá! –gritó.

-¡Si que has tardado! -contestó su madre saliendo al pasillo.

-Te ayudo a colocar la compra.

-Dile a Anne que te ayude que yo voy a devolver una cosa a la vecina.

Asintió.

-¡Anne!

Esta apareció de repente en la puerta de la cocina.

-Dime.

-Ayúdame a colocar la compra, empieza por la fruta.

-Está bien, por cierto he quedado esta tarde con Chad, vamos a ir a ver una película ¿te quieres venir? -le decía mientras ponía en orden las piezas de fruta en el frutero.

-No, esta tarde me apetece quedarme en casa.

-Isabella estás metiendo los huevos dentro del tarro de los cereales.

Esta se dio cuenta de lo que estaba haciendo y suspiró.

-Estas en las nubes. ¿En qué estás pensando?

-En Allan -dijo y se tapó la boca con cara de sorpresa. No entendía porque había dicho eso.

-¿Quién es Allan?

Isabella miró detenidamente a Anne y tras pensar si merecía la pena contarle todo lo ocurrido decidió hacerlo. Cuando terminó de relatarle lo sucedido Anne dijo con emoción:

-Eso se llama un golpe de suerte, ¿crees que le volverás a ver?

-No lo sé –miraba al suelo para ocultar la tristeza que sus ojos mostraban al pensar que podría no volver a verle.

-Anda, vente con nosotros esta tarde, es verano, hay que disfrutar del tiempo libre -su sonrisa, cálida, siempre conseguía animarla.

-Tienes razón. Cuenta conmigo.

-Así me gusta, -le guiñó un ojo, -me voy a dar una ducha, tu madre debe estar al llegar.

-Vale, mientras yo pongo la mesa.

Anne se fue alejando hasta desaparecer tras la puerta del cuarto de baño. Isabella encendió la televisión y mientras ponía la mesa escuchaba las noticias. Escuchó como la puerta de la entrada se abría, miró el reloj y pensó que debía ser su tía Ángela. Siempre llegaba a la hora de comer.

-Cariño, ya estamos aquí -eran su madre y la tía Ángela.

Anne salió del baño y se dirigió al salón. Todos se colocaron en la mesa.

-Mamá, ¿a qué hora va a llegar papá hoy? -dijo Isabella.

-A las siete.

-Entonces hoy no le veré hasta que vuelva a casa.

-¿Dónde vas a ir? -preguntó su madre con interés.

-Va a venir conmigo y un amigo a ver una película -dijo Anne antes de que a Isabella le diera tiempo a contestar.

-¿Con Chad? -preguntó la madre de Anne.

-Sí, mamá.

-Que bien que salgáis juntas, necesitáis recuperar el tiempo que habéis estado separadas.

-Estoy de acuerdo -dijo la madre de Isabella.

El resto de la comida transcurrió de forma animada, se notaba en el ambiente un sentimiento de serenidad y alegría. Cuando terminaron, recogieron las cosas y se fueron la habitación. Isabella y Anne se pusieron a escuchar música mientras jugaban a las cartas. Con el ventilador al máximo pasaban así la siesta desde que Anne y su madre llegaron allí. Cuando llegaron al lugar donde habían quedado con Chad este estaba esperándolas.

-Ya estamos aquí.

-Llegáis un poco tarde.

-No te quejes -le dijo Anne dándole en el hombro con el puño cerrado.

-Hola Isabella –saludó.

-Hola -mostró una sonrisa.

-Bueno chicas, vosotras mandáis. ¿Qué película queréis ver?

Isabella y Anne se quedaron pensativas.

-Por favor que no sea romántica, que me duermo -dijo Chad poniendo cara de sueño.

-¡Que mentiroso eres! en el fondo te encanta -mientras le guiñaba un ojo a Isabella.

-Que va…

El cine estaba a unas calles de donde habían quedado así que no tardaron mucho en llegar.

-Mejor veamos las películas que hay -dijo Isabella.

-Podemos ver esta de miedo -Chad señalaba el cartel de la película.

-¿No va a ser demasiado de miedo para ti? -dijo Anne haciéndole burla.

Isabella comenzó a reírse y contagió a Anne la cual comenzó a reírse también.

-No es demasiado terrorífica para mi –dijo enseñándole la lengua.

Ellas habían dejado de reírse y mostraban una cara más seria.

-No te preocupes Chad no serás el único en gritar, en el caso de que lo hagas -dijo Isabella mostrando una amplia sonrisa.

-Que graciosas sois señoritas.Veremos quién grita… -por la expresión de su cara parecía estar planeando algo.

Pagaron las entradas y entraron en la sala. La película transcurrió de manera normal a excepción de los numerosos sustos y gritos. Cuando acabó la película salieron muy animados charlando.

-¿Has visto la cara que ha puesto Chad cuando le agarre le pierna? -dijo Anne entre carcajadas.

-Sí -contestó riéndose inevitablemente.

-Teníais que haber visto vuestras caras durante toda la película… -dijo defendiéndose.

Él andaba por delante de ellas con las manos metidas en los bolsillos.

-No te enfades –dijo Anne a la vez que saltaba sobre su espalda.

-Anne le vas a tirar -Isabella miraba de forma divertida.

Mientras estos hacían el tonto ella pensaba que Chad y Anne hacían una pareja muy bonita. Eran tal para cual. Se chinchaban continuamente pero se notaba que en el fondo se querían mucho y que había una gran confianza entre ellos.

-Isabella -dijo Chad.

-¿Si? -dijo reaccionando.

-Estabas en tu mundo.

-Estaba pensando.

-Me apetece un helado –dijo Anne.

-A mi también.

-Hay una heladería nueva -dijo Chad.

-Vayamos a ella –dijeron ellas a la vez.

-Vale, si me invitáis os llevo –su cara mostraba un gesto burlesco.

-Debería ser al revés, que poco caballeroso eres -Anne estaba sorprendida.

-Es broma, os invito yo. Hay que ser educado con las señoritas.

-Eso está mejor –dijo Isabella adelantándose a Anne que iba a decir lo mismo.

Mientras comían Isabella observaba la forma en la que él miraba a Anne. Su mirada brillaba al ver como esta disfrutaba mientras se comía una gran copa de helado. No estaba segura, pero presentía que él quería a Anne como algo más que a una amiga. Pensaba que lo mejor era esperar y confirmar sus sospechas antes de decirle nada a Anne.

1 comentario:

Sr. Joe dijo...

http://literaturaparajovenesadultos.blogspot.com/2010/07/concurso-hush-hush.html
¿Queréis un ejemplar de hush, hush?

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