lunes, 29 de noviembre de 2010

Promesas bajo las estrellas (8)

Después de revivir aquella escena que había tenido en sueños, André sin entender por qué había ocurrido esto, no se daba cuenta de que Chad que le seguía, llevaba consigo una ráfaga de problemas y tensión acumulada. Mientras caminaban directos a las bicicletas ninguno de los dos pronunció palabra.

André estaba cansado y aun tenían un largo camino que recorrer hasta llegar a casa. Sentía que a Chad le pasaba algo ya que estaba totalmente callado y sus gestos mostraban furia.

Chad iba delante y André se cruzó en su camino  para cortarle el paso.

-Tío, ¿me vas a decir que te ocurre?

-Mira, no me vengas con eso que no cuela.

-¿De qué estás hablando? -André estaba comenzando a enfadarse.

-No te importa una mierda, la única persona que te importa es Danna.

-No me vengas con esas porque no tiene sentido alguno.

-Estoy arto.

-¿Arto de qué? –dijo André claramente impresionado.

-Mira, sabes mis sentimientos por Anne y también lo que ella siente por ti…

-¿Y?

-La haces daño constantemente. Si no la quieres vale, pero por lo menos intenta no montar numeritos amorosos delante de ella.

-¿A qué te refieres con numeritos amorosos?

Chad nunca se ponía así, era la primera vez que discutían y André estaba preocupado por eso.

-Pareces tonto tío, sabes de sobra a que me refiero, a lo que ha pasado con Danna hace un momento. Sabías que Anne estaba viéndoos. Incluso Danna te dijo que no mostraras cariño con ella cuando Anne estaba delante y no la hiciste caso.

-Pero…

-No sé cómo puede seguir enamorada de ti, es que no lo entiendo.

André notaba que Chad estaba celoso pero no ayudaría nada decírselo. Solo conseguiría que Chad se enfadara más.
Antes de que le diera tiempo a seguir con la conversación, Chad le rodeó con la bicicleta y se alejó diciendo:

-Déjame en paz.

Chad pedaleó con fuerza para alejarse lo más rápido posible de él. De todos los lugares que había sobre el planeta prefería estar en cualquiera donde no se encontrara André. Mientras avanzaba a toda velocidad pensaba en Anne, un sentimiento de incomprensión y rabia recorría cada lugar de su mente. Necesitaba hablar con ella pero no estaba seguro de si sería buena idea. Lo más seguro es que no quisiera ver a nadie después de lo que había ocurrido esa tarde. Además, ni siquiera sabía donde vivía ahora. Estaba entrando en una calle cuando la divisó, estaba sentada en las escaleras de una casa de color blanco y marrón oscuro. Tenía suerte de haberla encontrado justo en ese momento.

Cuando paró la bici delante de ella, esta levantó la cabeza y le vio.

-Chad, -dijo sorprendida -¿cómo me has encontrado?

Su boca dibujó una pequeña sonrisa.

-A sido suerte, necesitaba verte y te encontré.

Chad se sentó a su lado y ella apoyó la cabeza en su hombro.

-Quiero irme de aquí.

Él pasó el brazo por detrás de ella haciendo que apoyara la cabeza en su pecho. Anne podía sentir como el corazón de Chad latía con fuerza. Se sentía protegida.

-No te preocupes, todo se va a solucionar.

Anne se incorporó y rodeó su cuello con los brazos. Antes de que Chad reaccionara ella le estaba besando.

-Lo siento, -dijo tapándose la boca, -será mejor que me vaya -decía mientras se levantaba.

-Espera -dijo él agarrándola de la mano y haciendo que se sentara de nuevo.

-Escucha no sé porque lo he hecho, ahora mismo estoy muy confundida.

-Lo has hecho por despecho. Mira, yo no soy un títere al que puedes utilizar cuando quieras, tengo sentimientos. Yo no tengo la culpa de que André no te quiera. A lo mejor deberías de cambiar esa actitud de cría.

Anne que le escuchaba sin saber que decir, notaba como las palabras de Chad la herían. Ya no podía seguir escuchándole y le dio una bofetada. Cerró los ojos y comenzaron a rodar por sus mejillas una lágrima tras otra.

-Lárgate de aquí.

-Es lo que voy a hacer, paso de estar con una tía como tú que juega con los sentimientos de la gente. En el fondo eres igual que André, -en sus palabras se notaba el resentimiento, -y no vuelvas a besarme.

Anne le miraba con dureza ahora.

-No lo hare, me das asco.

Chad se levantó y antes de que se diera la vuelta para irse dijo:

-Ojala no te hubiera conocido nunca. -la voz de él sonaba con una dureza e insensibilidad impresionante -Lo mejor que puedes hacer es lárgate de esta ciudad.

Anne sintió como si le hubieran clavado un puñal en el pecho. Se levantó y se fue directa a la habitación. Se tiró encima de la cama y comenzó a llorar. Isabella que la había visto correr hacia la habitación entró y se sentó a su lado.

-Anne, ¿Qué te pasa?

-Déjame en paz.

-Pero…

-He dicho que me dejes en paz. ¿No entiendes lo que te digo o qué? –dijo sin mirarla. Isabella suspiró.

-Está bien -dijo y salió de la habitación.

Ahora estaba completamente sola, enfadada con todos. Pero lo que más la atormentaba era lo que había pasado con Chad. Nunca nadie le había hecho tanto daño con palabras. Que él le hubiera dicho todas esas cosas, tan duras, tan terribles, la hacían sentirse fatal. Chad nunca la había tratado así, siempre se había comportado de forma dulce, cariñosa y bondadosa. Hasta ahora no se había dando cuenta de ello y no lo había valorado. No entendía por qué razón la había tratado de esa manera y por qué le había dicho esas cosas. Pero más que enfadada con él lo que deseaba era ir con él y que la abrazara con fuerza, sintiendo de nuevo ese sentimiento de protección. Se encogió en la cama haciéndose un ovillo, apretando sus rodillas contra el pecho con fuerza. Pensaba que él tenía razón, lo mejor que podía hacer era irse de la cuidad. Nadie la quería, la única persona por la que permanecía en la ciudad era Chad y él había dejando bien claro que deseaba que se fuera. Si es lo que él deseaba, nada se lo impedía, esa noche se iría de casa para no volver.

Cuando se habían acostado todos, Anne abrió los ojos, había permanecido despierta, atenta, esperando el momento para irse. Se levantó sigilosamente, se puso los zapatos, cogió una pequeña maleta que tenía escondida debajo de la cama y se acercó a Isabella susurrándole:

-Lo siento, pero esto es lo mejor.
Al pasar por el salón dejó una nota en la mesa y salió de casa. Comenzó a caminar sin rumbo. No tenía dónde ir. El único  lugar al que podía ir era la casa en la que vivía antes, pero allí vivía su padre. Su casa estaba en un barrio apartado, casi abandonado. No sabía que era peor, si permanecer en la calle durante toda la noche o dormir bajo el mismo techo que su padre el cual maltrataba a su madre desde que tenía recuerdos.

Pasó por un gran parque que tenía un largo camino adosado. Entró en él y se sentó en un banco que había al pie de una pequeña fuente. A esas horas no había casi nadie por la calle. Tras un rato pensando en si lo que había hecho era lo correcto, vio que se le aproximaba un vagabundo que le daba mala espina. Se puso de pie de un salto y se fue caminando lo más rápido posible. Después de andar unos metros, vio a una pareja besándose. Parecían muy enamorados. Esa escena la hizo acordarse de Chad. A medida que se iba acercando, la cara de ellos les resultaba más familiar. Cuando estaba a unos pasos de ellos se dio cuenta de que era Chad y su ex novia, Rachel. Sintió una punzada de celos. No entendía por qué, solo eran amigos, nunca había pretendido que fueran algo más. Antes de que se dieran cuenta ocultó su rostro y siguió andando. Una lágrima resbaló por su mejilla acabando en la comisura de sus labios. Sabía amarga como el sentimiento que tenía en ese momento. Ahora si estaba completamente convencida de que él no la necesitaba para nada y más si la tenía a ella.

Tuvo una idea, aun tenía las llaves de la casa de su padre y además podría dormir allí sin que él se diera cuenta. En el patio había una caseta que tenía una cama. Si entraba con cuidado por la puerta trasera nadie se daría cuenta de que estaba allí.

Se metió por un callejón en el cual estaba la puerta trasera de la casa. Era un poco estrecho y a los lados había cajas de cartón y multitud de desperdicios. Abrió la puerta sigilosamente, nadie debía de verla. Su padre no podía enterarse de que estaba allí o se metería en problemas. Ya estaba metida en uno bastante grande por haberse escapado de casa. Cuando su madre se enterara de que se había escapado se pondría hecha una furia y no cabía duda de que removería cielo y tierra para encontrarla. Aunque fuera una locura, ese lugar era el último en el que a su madre se le ocurriría buscar.

Sentía que lo que estaba haciendo era una completa tontería pero ¿qué podía hacer? no tenía muchas opciones. Ya se había ido de casa, no podía volver y ahora solo podía hacer dos cosas ya que no llevaba dinero y no podía quedarse a dormir en un hotel. Una era dormir en la calle, una idea bastante poco tentadora y otra era dormir en su casa.
Menos mal que la puerta principal daba a una calle que pertenecía a un barrio más decente. Intentó abrir la puerta muy despacio pero esta chirrió. Era de metal, tenía un aspecto totalmente descuidado y estaba oxidada. Entró sigilosamente y la cerró. En su mente seguía el pensamiento de que su madre jamás la buscaría allí y que al menos nadie la pillaría. Después de que su padre comenzara a pegar a su madre y decidieran acabar con aquella infernal convivencia marchándose, esta era la única casa que había conocido. Era  consciente de la tontería que había cometido y los consecuencias que conllevaba pero ya no podía dar marcha hacia atrás, lo hecho, hecho estaba. Tras observar cuidadosamente si había alguien, vio que no había ninguna luz encendida y se adentró. Con aires detectivescos se deslizó hasta la puerta de la caseta que se encontraba apartada de la casa por unos setos y entró. Se dejó caer sobre el viejo suelo de madera el cual crujió. A la izquierda había unas estanterías llenas de trastos llenos de polvo y telarañas. Al lado contrario, situado junto a la pared, tapado por una lona de plástico, había un colchón. Todo el suelo estaba lleno de cajas precintadas, dispuestas por toda la habitación de forma alternada. Se hizo hueco para poder llegar al colchón, quitó la lona que la cubría y la hecho a un lado. Con asco descubrió que estaba manchado. Tras darse por vencida en su búsqueda y al no encontrar unas sabanas que pudieran aislarla de aquel colchón lúgubre, miro hacia él y entendió que tendría que dormir sin ellas. Se tumbó en él pegando la espalda a la pared y las rodillas al pecho haciéndose un ovillo. Tenía hambre pero lo único que podía hacer era dormir, no podía arriesgarse a entrar en la casa en busca de comida. Iría por la mañana en cuanto su padre se fuera a trabajar.

El sonido de un pequeño reloj de pared anunciando con campanadas que eran las 10 la despertó y se incorporó. Era la hora de ponerse en marcha, salió y se metió sigilosamente en la casa  por si su padre seguía dentro pero la encontró vacía. Fue directa a la cocina. Al andar por la casa un sentimiento de nostalgia y tristeza la invadió. Había crecido allí y aunque la mayoría de los recuerdos eran buenos, los malos pesaban más. La nevera estaba casi vacía a acepción de un cartón de leche que por el olor tenía toda la pinta de estar caducado hacia meses, y un bol de salsa por el que asomaba en los bordes moho. No le sorprendió pues su padre nunca se encargaba ni de hacer la comida ni de comprar los alimentos. Decía que eso era tarea y obligación de las mujeres. “Machista” pensó Anne. Si no recordaba mal, en uno de los armarios de allí debería haber latas y embases de comida precalentada. Su madre siempre compraba este tipo de comida para casos de urgencia y este lo era. Cogió un par de latas, si cogía demasiadas su padre podría echarlas de menos.

De camino a la caseta se preguntaba si ya se habían enterado de su escapada, si la estaban buscando, si estaban preocupados por ella… Pero esas preguntas vagaban por su mente como un fantasma, sin respuestas y sin saber qué hacer. Abrió una lata y comenzó a comer. La verdad tenía ganas de volver pero no podía. De repente tuvo una idea, una vez que hubo terminado de comer comenzó a rebuscar por las cajas y las estanterías hasta que dio con lo que buscaba. Sacó una sudadera negra con capucha y unas gafas antiguas que pertenecían a su padre. Cuando anocheciera iría a dar una vuelta. Con esa ropa podría pasar desapercibida. No podía estar metida allí eternamente. Podría hacer lo que quisiera siempre y cuando no llamara la atención y tuviera cuidado. Hasta entonces tendría que permanecer allí metida. Se acordó de su teléfono móvil y se palpó el bolsillo del pantalón corto. No lo tenía, debía de habérselo dejado en casa de su prima Isabella. Ahora estaba ella sola y sus pensamientos. Otra vez volvía la maraña de preguntas que se remontaba al primer momento en el que vio a Danna. Recordaba cuando estaban en la fiesta y el momento en el que notó la mirada de desilusión de ella al ver como André se besaba con una chica. Aunque su sentimiento fuera de dolor y no de desilusión sentía que por un momento las dos habían compartido un mismo sentimiento. Danna, que intentaba ocultarlo le había salido el tiro por la culata pues Anne se había dado cuenta al instante. Le parecía una completa estupidez el hecho de que Danna, sintiendo lo que sentía por André y sabiendo que Anne sentía lo mismo, le dijera todas esas cosas sobre él. Más bien parecía que la quería quitar del medio para que tuviera el camino libre. Al verlos salir junto a Chad del bosque y enterarse de que los dos habían estado solos sintió una punzada de celos, sobre todo al ver la forma en la que él miraba a Danna. Definitivamente sentía que ella había utilizado la escusa de amiga buena y consejera para quitarla del medio y la odiaba por ello. Cuando Danna le contó todo lo sucedido entre ellos y se enteró de que Isabella lo sabía, se sintió aun mas traicionada. A esas alturas la única persona con la que podía contar ya que no la había traicionado era Chad. Pero este no tardó en unirse al grupo de los que la habían traicionado. Sin duda entre todo lo malo, lo que él había hecho era lo que más le había dolido. Cerró los ojos, suspiró con dolor al recordar sus palabras y de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas que ansiaban salir. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras por su mente vagaba una de las frases que le solía decir Chad cuando estaba mal: “no llores, me duele verte así”. Ahora todas las frases y momentos parecían estar tan lejos… Se sentía sola, completamente sola. Era increíble lo rápido que él se había olvidado de ella. Mientras Anne a cada instante notaba su ausencia y recordaba constantemente todas y cada una de las palabras que había dicho y que se le habían grabado a fuego en el pecho. Si estaba saliendo otra vez con su ex novia, estaba claro que ya no había un hueco en su corazón para ella. Recordó por un momento el beso que le dio, se rozó los labios con las yemas de los dedos. Había sido tan cálido que aun le parecía sentir su calor. Ni siquiera sabía por qué razón lo hizo, sintió un impulso y se dejo llevar. Ahora ese pequeño e inocente beso había despertado en ella un sentimiento de confusión. Estaba comenzando a dudar sobre sus sentimientos hacia él.

Lo mejor sería que volviera a casa. Tarde o temprano lo tendría que hacer y enfrentarse a las consecuencias. Le iba e pedir a su madre que se fueran a vivir a otra ciudad, lejos de allí. Aunque le doliera, era lo mejor. Ella desaparecería que es lo que todos querían, ya que solo era un estorbo. Así comenzarían las dos desde cero, lejos de su padre. Era perfecto, lo correcto. Cuando quiso darse cuenta ya había anochecido, se había metido tanto en sus pensamientos que no se había dado cuenta de la hora. Se puso la sudadera tapándose la cabeza con la enorme capucha y las gafas. Primero pasaría por  la calle de Chad y luego por la de Isabella. Quería echar un vistazo desde la ventana para verlos.

7 comentarios:

J.P. Alexander dijo...

Chad es un menso, como se porta asi no puede irse. Uy lo dejaron muy interesante . Sigan un beso y linda semana soñadores

..*D!¡ana: dijo...

..Hola amigos soñadores, como les comente lei sus relatillos y les confieso que me fascinaron *-* esta historia, de promesas bajo las estrellas, se parece mucho a los suceso que estan ocurriendo en mi liceo de los novios y esas cosas, es algo interesante, y este capitulo les quedo de maravilla, me han dejado la intriga y espero que me la quiten pronto :D Con Sueños en la Oscuridad ¡Oh Dios! disculpen a mi mente, pero esa historia si me atrapo por completo xD esos hermanos tan sexys y ella y ese misterio de que deben protegerla me invanden la mente con muchas preguntas que anhelo develar, por lo tanto solo les digo ¡publiquen pronto! jaaja..

Cuidense&Besillos...
Att:..*D!¡ana

Emma dijo...

Un capi sencillamente genial, pobre Anne los celos es lo peor que hay. No me esperaba para nada que se fuera a ir de su casa o.o No puedo esperar para leer másssssssss tengo que saber que pasa con Chad cuando se entere de que se fue de su casa. Un beso y te me cuidas

Alice Blake (soñadores) dijo...

ahhhhhhhh me encanta *-* no puedo esperar tengo que leer el siguiente ya! cada día se ve mejor esta historia

barbi dijo...

dichoso Chad ahora me cae remal como se atreve? espero que cuelges capitulo pronto. esta chevere

Adela/Mariola (SokAly) dijo...

Menuda bronca le Echó Chad a André y con toda la razón.

Ann y él están bien enamorados, pena que haya esos mal entendidos entre ellos.

Besos.

~Ade~

Anónimo dijo...

Lo dejaron muy bueno! Chad malinterpretó todo, bueno Anne tambien metio la pata con eso del beso por despecho, ¿quien no se sentiria herido? entiendo a Chad.

Quiero que ella vuelva a casa!

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