Dulce sueño

Estaba tendida sobre un precioso prado verde lleno de las más bellas flores. La suave brisa hacia ondear mi cabello, cerré los ojos mientras sentía como esta acariciaba mi piel, casi podía escuchar las palabras que un día me hicieron tan feliz.

En ese momento le vi, venia paseando a lo lejos. Mientras le veía acercarse, mi corazón comenzó a latir con más y más fuerza. Hacia meses que no nos veíamos y deseaba ese encuentro con todo mi ser. Me levanté y comencé a correr hacia él y cuando apenas nos separaba una pequeña distancia, me tiré a sus brazos y comenzamos a reír mientras girábamos conmigo aun en sus brazos. Cuando paramos, los dos nos miramos a los ojos diciéndonos todo lo que no se podía decir con palabras. Lo había extrañado tanto… me había auto convencido de que ya no le necesitaba, que no le echaba de menos y hasta que no le había visto no me había dado cuenta de lo equivocada que estaba.

Juntos comenzamos a caminar con las manos entrelazadas. Mi mundo volvía a reconstruirse y él estaba conmigo, en ese momento ya no importaba nada más que nosotros. Después de un rato paseando, decidimos sentarnos, apoyé mi cabeza en su hombro y entonces me miró sonriéndome con una ternura infinita, se giró y tomó una hermosa flor de color rojo, me apartó el pelo y la entrelazó con este detrás de mi oreja. El momento no podía ser más perfecto. No se cuanto tiempo estuvimos allí sentados simplemente disfrutando de la compañía del otro. Vimos la puesta de sol y poco a poco me fui quedando dormida sobre él.

Me desperté desorientada, no sabía donde me encontraba ni donde había ido él. Comencé a mirar a mí alrededor mientras la realidad se apoderaba de mí. Todo había sido un sueño, el encuentro no se había producido y lo echaba tanto de menos…

Nunca más lo volvería a ver.