Promesas Bajo las Estrellas (2)

Pasaron tres días y Danna no había vuelto a saber nada de Isabella ni de André y su amigo Chad. No fue hasta cinco días después cuando una mañana sonó el teléfono. Danna salió corriendo hacia él.

-¡¿Sí?!

-Danna, soy yo, Isabella.

-Por fin se algo de ti -dijo Danna con alegría.

-¿Puedes salir esta tarde? tienes que conocer a Anne.

-Sí, claro.

-¡Bien! estoy segura de que te va a caer bien.

-Sí, ¿quedamos a las seis y media en…?

-¡En el parque! donde la ultima vez -dijo Isabella acabando la frase.

-Allí estaré -dijo Danna y colgó el teléfono.

Cuando llegó al parque, Isabella y Anne aun no habían llegado, así que fue a comprar chucherías a una tienda que había al lado para hacer tiempo. Cuando salió de la tienda, ya habían llegado. Danna comenzó a agitar las manos diciendo:

-¡Isabella!

Esta la vio y fue rápidamente hacia donde estaba ella.

-¡Hola! -le dijo Isabella casi sin aire cuando llegó.

-Coge aire muchacha -le dijo Danna dándole una palmadita en la espalda.

-Mira, esta es Anne -le dijo a Danna señalando a Anne.

-Encantada, yo soy Danna -le dijo con una amplia sonrisa.

-Igualmente -dijo Anne alegremente.

Danna se quedó mirando a Anne, esta era alta y delgada. Tenía una melena rubia y corta con un tupido flequillo recto que tapaba toda su frente. Su piel era blanca como la nieve, la cual resaltaba sus ojos que eran grandes y de color marrón miel. No se parecía en nada a Isabella, ya que esta tenía el pelo negro, largo y liso. A Danna siempre le habían gustado los ojos de esta, pues tenía los ojos medianos de color negro que resaltaban su cara color café con leche. De repente Anne rompió el silencio haciendo que Danna volviera a la realidad:

-Oye, unos amigos míos van a dar una fiesta esta noche y estamos invitadas. Si queréis podemos ir… Así puedo presentároslos.

-¿Dónde es esa fiesta? -preguntó Danna.

-En la isla azul, esa que está cerca de la playa.

-Es que no vamos apropiadamente vestidas para una fiesta… -dijo Isabella.

-Tienes razón -afirmó Danna.

-Oh, por eso no os preocupéis, la gente no va a ir muy arreglada. La única condición es que hay que llevar una prenda de color blanco -dijo Anne.

-Entonces no hay problema yo tengo muchas prendas de ese color -dijo Danna con una sonrisa pícara.

-Vamos a casa, nos cambiamos de ropa y nos vamos a la fiesta ¿vale? -dijo Anne.

-No hace falta que valláis a vuestra casa yo puedo dejaros algo blanco -dijo Danna alegremente.

Entonces Anne miró a Isabella y esta dijo:

-Me parece bien.

Anne asintió con la cabeza.

-¡Entonces vamos! -dijo Danna con energía a la vez que cogía a Isabella y Anne por el brazo.

Hacía tiempo que no iba a una fiesta y menos en la isla Azul. Nunca había estado allí pero había oído hablar mucho de ella. Esa isla estaba unida a la playa por un estrecho puente de piedra. Cuanto llegaron a casa de Danna, esta comenzó a sacar ropa del armario. Las tres se probaron un montón de prendas hasta que dieron con lo que más les gustaba. Isabella se puso una camiseta blanca de manga corta con unos pantalones cortos vaqueros, Anne se puso una falda blanca y una camiseta atada al cuello de color marrón clarita y Danna se puso un vestido blanco sin tirantes que tenía vuelo.

Cuando llegaron a la fiesta todo el mundo se les quedó mirando. Danna se sintió incomoda al igual que Isabella.

-¿Por qué todos nos están mirando? -Dijo Danna cortada en voz baja.

-No lo sé -contestó Anne.

De repente un chico salió de entre la multitud y fue hacia ellas. Era Chad el amigo de André.

-¡Anne! -dijo Chad con entusiasmo mientras andaba hacia ellas.

-¡Hola Chad! -contestó Anne con alegría mientras le daba un abrazo.

Entre tanto, la gente había dejado de mirarlas y habían retomado lo que estaban haciendo. Unos hablaban en grupos, otros bailaban, etc.

-Bueno ¿me vas a presentar a tus amigas? -dijo Chad de pronto mientras nos miraba.

-Claro -dijo Anne y se giró hacia Isabella y Danna.

-Ella es Isabella y ella es…

-Danna ¿verdad? -interrumpió Chad.

-¿Cómo lo sabes? -preguntó Anne sorprendida.

-Ya nos conocemos, el otro día André le salvó la vida cuando estábamos en la playa jugando -explicó Chad.

-¿Y eso? -preguntaron Isabella y Anne a la vez asombradas.

-Me subí a los acantilados para poder ver mejor la playa, cuando de repente vino una corriente de aire muy fuerte que hizo que perdiera el equilibrio y cayera al agua. André me salvó -explicó Danna.

-¿Por qué no me lo has contado? -Preguntó Isabella sin dar crédito a lo que había escuchado.

-No encontré el momento adecuado, además no me pasó nada, solo fue un susto -dijo Danna.

-Pero ¿por qué estabais tú y André en la playa si vivís en la otra punta de la ciudad?

-preguntó Anne.

-Porque es la única playa que hay en la ciudad y queríamos disfrutar un poco de ella,

-contestó Chad, -ya sabes lo que nos gusta lucir palmito -dijo guiñándole el ojo.

Anne mostró una sonrisa sincera y a la vez tierna.

-Venga, vallamos a la fiesta. Es hora de divertirse -dijo Chad.

-Sí, vamos -dijo Isabella.

Chad fue enseñándoles donde estaban las bebidas y la comida y también les fue presentando a gente. Danna, Isabella y Anne estaban hablando y tomando algo con unos chicos y chicas cuando de repente Danna vio a André, quien estaba besándose con una chica.

-¡Danna! ¿Qué te pasa? -le preguntaron Isabella y Anne.

-Mirar -dijo Danna.

Entonces ellas miraron.

-Es André -dijo Anne con ojos llorosos.

Isabella notó en su voz que estaba casi llorando y cogiéndola del brazo le dijo:

-¿Qué te ocurre?

-Estoy enamorada de él… -dijo entre lagrimas.

Danna se quedó de piedra.

-Vámonos de aquí -dijo Isabella.

-Sí, mejor -dijo Danna intentando ocultar su desilusión.

Cuando se estaban yendo oyó una voz a sus espaldas:

-¡Danna!

Esta se giró, era André. Isabella y Anne que iban delante habían escuchado también la voz y se habían girado.

-¿Cómo estás? -le dijo sonriendo.

-Bien, no me he vuelto a acercar a los acantilados -dijo Danna intentando que no se notara que estaba dolida.

-Mejor, si no tendría que salvarte otra vez, aunque no me importaría tener que hacerlo de nuevo -le dijo con una sonrisa pícara.

-Claro -dijo Danna irónicamente mientras miraba al chico como si quisiera decirle algo con la mirada y no pudiera.

André iba a decir algo cuando un trueno resonó en el cielo.

-Es mejor que nos vallamos antes de que comience la tormenta -dijo Isabella que había estado todo el tiempo detrás de ella con Anne escuchando la conversación.

Danna se giró hacía ellas y dijo:

-Sí, vámonos antes de que comience a llover.

-¡André! -se oyó a lo lejos, era Chad, -ayúdanos a recoger las cosas antes de que comience la tormenta.

-Tengo que irme, me alegro de haberte visto -dijo André a Danna sonriendo.

-Claro… -contestó Danna de forma irónica.

Emprendieron el camino hacía casa rápidamente. Solo habían podido disfrutar de la fiesta un par de horas. Danna quería saber que era lo que le pasaba a Anne con André, entonces decidió sacar el tema.

-Anne ¿de verdad estás enamorada de él? -preguntó Danna con cuidado para hacer el menor daño posible.

-Sí, pero lo que más me duele es que soy invisible para él, en cambio tú… -dijo con recelo.

-¿Yo qué? -preguntó Danna.

-Tú pareces especial para él, le importas.

-Anne, escucha, -dijo cogiéndola por los manos, -yo soy especial y la chica con la que se besaba, y te puedo asegurar que hay más. El es el típico chico caprichoso que cada día está con una chica distinta.

-Quizás tengas razón, pero eso no cambia mis sentimientos hacia él -dijo Anne con la mirada perdida.

Danna la miraba de forma comprensiva y pensaba que ella no estaba muy lejos de lo que Anne sentía.

-¿Quién es Chad? -dijo Isabella intentando cambiar de conversación.

-El ha sido mi mejor amigo desde que comenzamos a ir al instituto. Siempre hemos estado juntos para todo. Es la persona que mejor me conoce -dijo Anne.

Esta estaba un poco más tranquila, por unos instantes había dejado de pensar en André para pensar en Chad, ese chico alegre y travieso que siempre había estado con ella. Hasta ahora no se había puesto a pensar en cómo era Chad. Se le vino una imagen de él a la mete y pensó:

-…y atractivo, muy atractivo.

-Bueno, yo me voy a casa -dijo Danna.

-Sí, nosotras también.

Danna se aproximó a Isabella y le dio dos besos, luego fue hacia Anne y la dio un abrazo y esta le susurro en el oído:

-Tienes suerte de haberte dado cuenta pronto de cómo es André.

Danna se quedó paralizada. Entonces Anne dejo de abrazarla y mientras sonreía la miró a los ojos.

-Bueno nos vamos ya -dijo Isabella.

Danna miró a Isabella y asintió con la cabeza:

-Adiós.

Cuando Danna llegó a casa lo primero que hizo fue descalzarse para no hacer ruido con los zapatos ya que el suelo era de madera y al pisar siempre crujía. Entró en la habitación a oscuras, tiró el bolso encima de la cama y se tumbó encima de ella. Miró el reloj y vio que eran las 11 de la noche, la tarde se había pasado tan rápido que había perdido la noción del tiempo. Se puso el pijama y se metió en cama. Danna pensó en lo agradable que era el tacto de las sabanas frías rozando su piel.

Estaba durmiendo plácidamente cuando se despertó sobresaltada por un derrape que había escuchado en la carretera, miró el reloj y vio que eran las 2 de la madrugada. Danna se levantó corriendo, cogió las zapatillas de estar en casa y salió a la calle. Vio una moto tirada en mitad de la carretera y unos metros más allá una persona. Danna corrió hacia ella y la dio la vuelta para ver si estaba bien. Entonces vio con horror que se trataba de André y comenzó a zarandearle gritando:

-André, reacciona.

Este debía de haberse dado un fuerte golpe en la cabeza y sangraba con abundancia. Danna que no sabía qué hacer le miraba con lágrimas en los ojos. De repente André se despertó y miró a Danna.

-¿Qué ha pasado? -dijo mientras se tocaba la cabeza.

Danna sonrió y le dio un abrazo diciendo:

-Voy a llamar a la ambulancia -y se levantó.

-No, no te vayas, quédate aquí conmigo -dijo André muy serio. Mientras tanto los padres de Danna habían salido a la calle y estaban llamando a la ambulancia. Esta llegó unos minutos después. Danna y su madre entraron dentro de la ambulancia junto con André. Una vez en el hospital su madre le dijo:

-Vete a casa a dormir, yo me quedo está noche con él hasta que consigamos localizar a sus padres.

-No, mejor vete tú a casa, mañana tienes que trabajar y necesitas descansar. Yo me quedaré aquí con él, además yo no tengo que madrugar -dijo Danna intentado convencer a su madre.

Esta que no estaba muy convencida finalmente dijo:

-Está bien, con lo cabezota que eres es mejor no llevarte la contraria, es tarde y no quiero discutir.

Danna mostró una sonrisa traviesa, esa que siempre sacaba a relucir cuando conseguía lo que quería.

-Nos vemos mañana -dijo su madre dándola un beso en la frente y salió por la puerta.

Danna se acercó a la camilla donde estaba André totalmente dormido. Los médicos le habían dicho que no estaba grave, solo tenía una brecha en la cabeza, por lo que estaría en el hospital esa noche por si se complicaban las cosas. Si no había complicaciones le darían el alta 24 horas después. Se sentó en una esquina de la camilla y se quedó mirándole. Su tez morena contrastaba con su pelo castaño oscuro. Sus cejas estaban perfectamente alineadas, medio escondidas entre los cabellos que ocultaban su frente. Su nariz era completamente perfecta y sus labios eran carnosos y de apariencia jugosa. Danna que miraba fijamente sus labios, tuvo la tentación de probarlos y sin darse cuenta se había inclinado sobre él hasta que su nariz estaba rozando la de este.